El sistema alimentario es uno de los más comoditizados, si puedo usar el término, aunque la RAE no lo reconozca. Desde el advenimiento de la comida industrializada, el proceso de consumir alimentos dejó de ser personal, en el sentido de saber quién lo produjo. Si uno piensa hacia atrás en la cadena de suministro de un chocolate, por ejemplo, los actores involucrados serían como mínimo: la persona que la come, el minorista, el transportista, la industria alimentaria que procesa el cacao, probablemente un intermediario y finalmente el agricultor. A lo largo de esta cadena, hay posibilidades de innovación como en cualquier industria, pero es más importante discutir innovaciones que toquen a todo el sistema, más allá de un producto en particular. El sistema alimentario actual, deja mucho que desear.
¿Qué hay para arreglar? Todo. En términos ambientales, la agricultura convencional promueve la pérdida de biodiversidad y el desequilibrio de los flujos bioquímicos, que son los límites planetarios ya cruzados (Steffen, y otros, 2015). Socialmente, las dietas permitidas e incluso alentadas por los gobiernos se relacionan a enfermedades no transmisibles como la obesidad y la diabetes. Los consumidores de todo el mundo siguen sugerencias alimentarias enmarcadas en beneficio de las industrias y no necesariamente de su salud (Pollan, 2008), mientras que la mayoría de los agricultores se encuentran entre los empresarios más pobres del mundo. Así, económicamente, el sistema actual termina beneficiando a las grandes empresas alimentarios.
¿Qué uno puede elegir orgánico o natural o bio? Complicado. Los productos orgánicos, cuando están etiquetados, son más difíciles de producir para el agricultor en términos de certificación y más caros para el consumidor. La mayor parte de la población no puede pagar orgánicos. De hecho, algunos no pueden pagar nada. Una de cada nueve personas en el mundo no tiene suficientes alimentos para llevar una vida sana (Programa Mundial de Alimentos, 2016). Esto cuando, según FAO, el 30% de los alimentos producidos en todo el mundo se desperdicia, con un costo de unos US $ 680mil millones en los países industrializados y US $ 310mil millones en los países en desarrollo (Nierenberg, 2016).
Agricultura convencional localizada, problemas globalizados
¿Dónde comenzar con las mejoras necesarias? No hay una respuesta ni directa ni corta.
Estrictamente mucho tendría que cambiar en los campos. La agricultura requiere gran cantidad de recursos. Incorrectamente manejada, contamina aguas subterráneas y superficiales, emite gases de efecto invernadero, contribuye a las enfermedades zoonóticas y a la resistencia a los antibióticos, y amenaza la biodiversidad. Puede parecer exagerado, el satanizar a la agricultura convencional, pero es un hecho que nos encontramos ante una decreciente población de polinizadores debido al cambio de uso de la tierra, al uso de pesticidas y la adopción de monocultivos; es muy grave porque los polinizadores son actores clave en la reproducción de un tercio de los cultivos alimentarios del mundo (FAO, 2016).
Otra arista. Piénsese que 75% de la diversidad genética del planeta ya se ha ido perdiendo desde el comienzo del siglo XX. Ahora, solo doce cultivos proporcionan el 75% de los alimentos del mundo y solo tres de estos proporcionan la mayoría de las calorías obtenidas de las plantas (FAO, 2004). Necesitamos biodiversidad en los campos agrícolas en línea con otras mejores prácticas de manejo de suelos. A nivel mundial se han perdido ya alrededor de 42-78 Gt de carbono (Stockmann, y otros, 2013) en los suelos, contribuyendo al cambio climático y a la erosión de los medios de vida en las zonas rurales.
La situación también adolece en torno a lo social.
Uno se pregunta por qué, si 90% de todas las granjas son familiares, "la agricultura se ha convertido en un sistema industrial, de gran alcance y escala masiva”. Gran parte de lo que comemos se cultiva a cientos de kilómetros de distancia por personas que nunca conoceremos. Es relevante saber que hay más de 570 millones de granjas en el mundo. Aquellos con menos de 1 hectárea representan el 72% en unidades de producción, controlando solamente el 8% de toda la tierra agrícola; en cambio, las granjas de más de 50 hectáreas son 1% y controlan el 65% de las tierras (agricultura global, 2014).
Generalmente no se sabe el "dónde", el "cómo" o el "cuándo" de nuestros alimentos. El consumidor convencional tiende a preocuparse más por el precio de los alimentos que por la calidad (Lanier, 2016). Esto, en el largo plazo, no beneficia a nadie.
Nutrición e innovación, retos y oportunidades
En palabras de Michael Pollan (2008) "la innovación es interesante, pero cuando se trata de algo como la comida, vale la pena abordar las novedades con cautela". Se refiriere al nutricionismo y a la comida industrializada. Contar calorías, evitar las grasas, que si saturadas o no saturadas, o que si el contenido de antioxidantes, vitaminas y minerales. De cualquier forma, se trata de comida hueca. La norma se ha vuelto comprar precocinado, en lata, en frasco, en tetrapack, por supuesto en plástico, y con amplia vida de anaquel (vivan los conservadores). La industrialización de la comida fue toda una innovación.
Comprar productos orgánicos y del mercado local beneficia el bolsillo del agricultor y del consumidor en términos del cuidado de su salud. Pero para algunos es inaudito creer que sea posible que todos accedamos a comida nutritiva a costos accesibles. La expectativa empírica es que lo orgánico o natural o regenerativo es para los ambientalistas y para los que pueden pagar precios exorbitantes. Los más consumidores atienden al precio, y entonces los agricultores y ganaderos hacen lo mismo; le dan peso al volumen producido en el menor tiempo con la mayor ganancia.
Los gobiernos también han venido apostado a soluciones de corto plazo. La revolución verde “resolvió” la hambruna en la década de 1960. Ahora solo tenemos que resolver el cambio climático y el equilibrio de los flujos bioquímicos. No existe una política lo suficientemente fuerte que promueva la agricultura orgánica y la agricultura familiar como la manera sostenible de alimentar a la creciente población mundial. Tomamos lo que la industria nos ofrece, sin importar que genere adicción y esté asociado a enfermedades no comunicables.
Si pudiéramos, en palabras de Michael Pollan, "reclamar el control sobre la alimentación”, todos nos beneficiaríamos como consumidores.
Podría parecer ingenuo concebir que la sociedad actual cobre consciencia, pero sí hay hechos positivos ocurriendo:
Aplicaciones de teléfonos inteligentes para agricultores (Themeton, 2012)
Sistemas de Información Geográfica para rastrear cadenas de suministro. Los satélites ya son herramientas valiosas para controlar la deforestación. Está previsto que a medida que la tecnología siga evolucionando, será posible detectar patrones de deforestación más rápidamente e implementar mejor la aplicación de la ley (Popkin, 2015)
Fintech para mejorar la comunicación y la transparencia a larga distancia. Las innovaciones digitales para habilitar y alterar los servicios financieros, denominadas fintech, junto con las aplicaciones móviles y el software de mapas GPS apoyan el avance financiero a gran escala, necesario para enfrentar el cambio climático y los desafíos de desarrollo a nivel global (CIFOR, 2016)
Desarrollo de modelos de negocio innovadores. Un ejemplo: "comidas orgánicas frescas empacadas individualmente, entregadas directamente al refrigerador de la empresa a tiempo para la hora del almuerzo" (Stone, 2016)
Cabe enfatizar que en términos de modelos comerciales falta mucho más, pues la mayoría de los modelos comerciales que existen en la actualidad transfieren a los productores los costos de la cadena de suministro, pero no los beneficios (CIFOR, 2016). Agregar valor a la producción desde las fincas es muy recomendable.
Además, a nivel de nicho, los agricultores y científicos también necesitan innovar juntos. El futuro del carbono orgánico del suelo requiere de la colaboración entre la comunidad científica y los agricultores y ganaderos, facilitado por individuos que son agentes de conocimiento técnico e inteligencia social "(Stockmann, y otros, 2013). El resto del cambio climático es al mismo tiempo una oportunidad para implantar la agricultura y ganadería regenerativa, e incluso la economía basada en biomasa.
A manera de conclusión
¿Cuáles son las reglas del juego que queremos ver cumplidas? ¿Cuáles las de los productores de alimentos? ¿Cuáles las de los consumidores? Para innovar radicalmente en este sector parece necesario educarse, crecer la consciencia y crear entusiasmo cultural alrededor del sistema alimentario. Empezar por lo individual y llevarlo a lo político. Subir el tema a la agenda pública. Productores y consumidores, advocando por reglas en beneficio de ambos y de todos.
Regenerar el sistema alimentario sería positivo para todos. La innovación social en forma de estética social merece mención. Arnold Berleant explica que la estética social es contextual y altamente perceptual, "en ella no hay artista u objeto de arte sino una situación social que encarna relaciones humanas que se vuelven estéticas". La relación entre agricultores y consumidores en el comercio de alimentos debería dar lugar a diferentes especies de estética social.
Referencias
CIFOR. (2016). Global Landscapes Forum: The investment case - outcomes. London: Center for International Forestry Research.
FAO. (2004). What is agrobiodiversity? Rome: Food and Agriculture Organization of the United Nations.
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Lanier, J. (2016). Perspective: shouldn´t we treat farmers more like ministers? Retrieved June 20, 2016, from http://blogs.worldwatch.org/treat-farmers-like-ministers/
Nierenberg, D. (2016). 58 Organizations Fighting Food Waste Around the World. Retrieved July 8, 2016, from http://www.alternet.org/food/58-organizations-fighting-food-waste-around-world
Pollan, M. (2008). In defense of food. An eater´s manifesto. London: Penguin Books.
Popkin, G. (2015, February 26). Satellite alerts track deforestation in real time. . Retrieved March 21, 2016, from http://www.nature.com/news/satellite-alerts-track-deforestation-in-real-time-1.19427
Prugh, T., & Renner, M. (2014). A call to engagement. In T. Prugh, & M. Renner, Governing for sustainability. State of the World 2014. Washington: Island Press.
Steffen, W., Richardson, K., Rockström, J., Cornell, S., Fetzer, I., Bennett, E., . . . Sörlin, S. (2015). Planetary boundaries: guiding human development on a changing planet. Science, 347: 6223.
Stockmann, U., Adams, M., Crawford, J., Field, D., Henakaarchchi, N., Jenkings, M., . . . Zimmermann, M. (2013). The nows, known unknowns and uknowns of sequestration of soil carbon. Agriculture, ecosystems and environment, 164, 80-99.
Stone, K. (2016, July 8). Our future farmers: La Ferme des Volonteux. Retrieved July 12, 2016, from http://sustainablefoodtrust.org/articles/future-farmers-france/?utm_source=SFT+Newsletter&utm_campaign=06986db518-Newsletter_07_10_2014&utm_medium=email&utm_term=0_bf20bccf24-06986db518-105098749
Themeton. (2012). Farming with apps. Retrieved July 25, 2016, from http://www.farmingwithapps.com/
World Food Programme. (2016). Hunger statistics. Retrieved July 25, 2016, from https://www.wfp.org/hunger/stats
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